Tuesday, June 27, 2006

EL PERSEGUIDOR Julio Cortázar



“Si yo no hubiera escrito 'El Perseguidor'
hubiera sido incapaz de escribir 'Rayuela'."
Julio Cortázar.

Johnny Carter (Charlie Parker) toma su saxo e intenta llenar el tiempo con música. Julio Cortázar, toma su pluma (o máquina de escribir) e intenta llenar el espacio de una hoja en blanco. ¿Qué obtenemos? “El Perseguidor”, una novela corta o un cuento largo que unió magistralmente Jazz y literatura.
El libro cuenta la decadencia de un hombre, Johnny Carter (narrado por un crítico de Jazz llamado Bruno), atrapado entre la genialidad y la locura; entre un grupo de aduladores: “En el fondo somos una banda de egoístas, so pretexto de cuidar a Johnny lo que hacemos es cuidar nuestra idea de él, prepararnos a los nuevos placeres que va a darnos Johnny, sacarle brillo a la estatua que hemos erigido entre todos y defendiéndola cueste lo que cueste”; entre el tiempo real y el tiempo del be-bop.
Más allá de la cuestión explícita (el homenaje al jazz y a la figura mítica de Charlie “Bird” Parker [1920-1955]), Cortázar considera la preocupación del tiempo desde un nuevo punto de vista. Así como Proust veía el tiempo de una manera descriptiva, lenta y con superposición de tiempos pasados sobre tiempos presentes; o como Borges desde una mirada filosófica, el autor de “Rayuela” ve el tiempo desde una preocupación musical. La pregunta es evidente: Cortázar ¿quiso hacer una novela como si creara una partitura musical? Puede ser. El jazz se caracteriza por lo movedizo de sus sonidos recorriendo el tiempo, por las tensiones, por llenar el espacio y desbordarlo, hasta alterar las percepciones del oyente. Es la búsqueda de la libertad, en un avanzar sin destino y aparentemente infinito. “El Perseguidor”, a su vez, es una narración escrita con soltura, sensacional, pasando de un lugar a otro, de un tiempo a otro, sin previo aviso y sin perjudicar la continuidad; la fluidez es notable y por momentos parece acrecentarse. Bruno está con Johnny, luego solitario reflexiona en una calle, está con la marquesa, en el estudio de grabación, en una pieza de hospital con Carter, recordando Baltimore y todo parece fluir en una estructura genial, marcada por la figura impresionante y derrotada del saxofonista quien, sin duda, es un perseguidor del tiempo y de sus contemporáneos.
Al avanzar por las páginas se pasa por distintas sensaciones: desesperación, melancolía, sudor. Y todo gracias a la acidez y precisión de la mano que maneja la pluma que, como decía Bolaño, es la de un neurocirujano en esta apología del movimiento y la miseria.


Por otra parte, encontramos uno de los paradigmas de la genialidad (como pasó con Beethoven, Thelonious Monk, Brunneleschi etc.): “Es fácil admirarlos, pero tan difícil convivir con ellos”. Todos de una u otra forma soportan sufridamente a Carter: Dédeé, Bruno, Lam, los músicos etc. Y la pobre Bee muriendo en Chicago. Es cuando muere Bee que notamos un quiebre en Carter, está más frágil. Por el contrario, Cortázar nos muestra a un Bruno cada vez más fuerte, escéptico y paternal con Johnny. Por ejemplo, al volver juntos caminando del bar, Bruno cuida del saxofonista e intenta evitar el tema de Bee, incluso por momentos lo cuestiona sutilmente. Y finalmente Carter explota: “Si cuando yo toco, tú ves los ángeles, no es culpa mía. Si los otros abren la boca y dicen que he alcanzado la perfección, no es culpa mía (...) es que yo no valgo nada, que lo que toco y lo que la gente me aplaude no vale nada...”.
¿Qué nos quiso decir Carter en esta rabieta?
Que convivir con su altura musical, su genialidad compositiva, nada más lo ha hecho abrir los ojos de todo lo infinito e imposible que abarca la música y que él, siendo incluso un virtuoso, no podría alcanzar, cuestión que todo artista, por lo demás, debiera tener más que claro, pero a veces se les olvida y son felices, a diferencia de Johnny Carter y Charlie Parker.

12 Comments:

Blogger Chiara Boston said...

Anotado! Gracias por el análisis.

9:14 AM  
Blogger Claudia Castora said...

Gracias por invitarme, y gracias por la tremenda calidad descriptiva del relato, me gusta la gente que lee, y me gusta más la gente que escribe.
A Cortázar le he otorgado grandes concesiones, lo he leído y releído, lo he analizado, me lo he devorado pero al fin llegué a la conclusion que hay algo entre él y yo que no fragua, que no termina de cuajar, cuestión de gustos supongo. El perseguidor no lo he leído, pero seguramente lo buscaré para darle a Julio una nueva oportunidad.
Te paso a ver a tu otra casa también.

Un besito

10:35 AM  
Blogger nadie said...

Claro, el perseguidor. en Diciembre del 2004 lo releí, estaba en el trabajo y lo imprimí para leerlo en el metro de vuelta a casa. Iba escuchando kind of blue. Quizás sí debería haberlo leído con Bird de fondo. Tenía ese recuerdo de adolescencia del relato. Fueron tres estaciones de metro, como en el cuento. Un buen viaje. Porque con Cortázar pasa eso ¿no?, remite a tiempos jóvenes y a veces uno lo olvida, simplemente...

6:59 AM  
Blogger Yaya Sánchez said...

Hello solo visitando de nuevo tu blog.
Es muyn bueno que compartar parte dela reflexion de tus lecturas.

Te mando un abrazo !!!!

4:47 PM  
Blogger mario said...

...por esa cosa muerta que tienen los discos..
http://cajamusical.blogspot.com

salud

M

10:41 PM  
Blogger César-in said...

Hey... me pasa algo parecido con Cortázar de lo que le pasa a Kiantei... ahora estoy tratando con Un tal Lucas. Ya veremos en qué termina.
Lo curioso es que la figura de Julito (espero que me lo permita), es que me seduce como ser humano, como melómano, como contador de historias y brasador de palabras, pero no he podido con sus libros.
Buen viento en este viaje, musa del sur...
Un abrazo... desde lejos, desde acá, donde te he vuelto a encontrar en mi corazón.

1:22 AM  
Blogger Luis Herrera said...

Si no es por El Perseguidor, en realidad, Cortázar de repente me parece medio canalla sentimentaloide.

saludos

10:15 AM  
Blogger Gabriel Mérida said...

hola... buen blog.
el perseguidor es uno de mis relatos favoritos. Es increible y además es un placer, lo que no pasa siempre. Pero para mí lo más importante de Cortázar es cuando renuncia al placer y se pone a buscar la otredad, lo más allá... y en ese sentido Carter es un antihéroe destrozado por esa búsqueda, que muere de cara a esa puerta cerrada que no puede abrir nunca.

Algo de eso escribí en este post (http://medrano.blogspot.com/2006/01/la-literatura-de-comillas-verdad_15.html), si te interesa.

Saludos,

G

11:39 AM  
Blogger Unknown said...

Uy, me encanta el perseguidor, de hecho en mi años mozos (cuando Cortázar se había apoderado de mi cordura), escribí un tremendo ensayo al respecto. Tanto me piropearon que casi me cambio de vocación. De esa época que escucho jazz también. Ese cuento fue hítico.

9:21 PM  
Blogger davo said...

Saludos chicos, pero Cortazar es punto aparte, "el perseguidor"es algo simplemente sensacional, a los que la leyeron, recuerden cuando Jhonny le putea a Bruno por compararlo, con Dios ,es un tramo de esta novela que me dejo pasmado, para Jhonny su Dios es su música y nada más...Me ha dado ganas de irme a un café, encender un cigarro, y leer más del Buen Julio, adios y por si quieren leer otra obra bella, les recomiendo "la Balada del Cafe TRiste" de Carson Mac Cullers...

6:23 PM  
Anonymous Paco Fernández said...

Recuerdo, siempre lo recordaré. El momento, aquél en el que leí aquella frase: "esto lo estoy tocando mañana". Y continué leyendo, pero ya no eran los mismos ojos, ni las mismas manos, ni el mismo tipo que había comenzado a leer el libro.

3:56 PM  
Blogger TtoArteletrA said...

Pasar cuartos de hora en un minuto y medio; me parece de lo mejor del cuento. La vida y el sueño fundiéndose.

10:39 AM  

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